Las olas

no sé de qué hablar cuando hablo de eternidad, porque a esto me saben cinco minutos junto a ti, tal vez observando el techo, tal vez, tus ojos cerrados o, tal vez, tus manos dormidas. Y el silencio invadiendo esta intimidad, dándole sentido a la misma. Que nada perturbe este sueño que no es sueño, que ninguno dura para siempre y ninguna realidad ni deseo permanecen intactos en la memoria. Todo se mancha, todo se olvida y todo se diluye, como las olas. Una ola nace y al instante ya está muerta. Eso pienso yo de la eternidad. Quizá me exceda en condensarla en cinco minutos. Es demasiado.
Sin embargo, retengo otra eternidad: lo que no pudo ser, lo que imagino, lo que pudo haber sido. Imágenes que puedo moldear conforme a mis deseos más tiernos y así, sólo así, ser eternos en la imposibilidad.
Una ola que no rompe, una ola que no terminó de nacer.
Nosotros.

Comentarios

Entradas populares