Cien años de soledad
le imploré al cielo y a las flores que el viento estuviera a mi favor, que me llevaran a buen puerto y me llevaron hasta ti como si en tu cuerpo se hallara la tierra prometida, el oasis, un hogar o una trinchera donde la niña se refugiaría hasta que la noche y la luna dejaran de existir.
crecer en campos de avena, plantar girasoles y ofrecerte toda la ternura de mis manos calmaría mi sed de cal, paredes y tierra
pero aquí no llueven flores amarillas y ya nunca más despertaremos a los muertos de su sueño con nuestra viveza, locura y rebeldía al hacer el amor.
de ti solo quedó la soledad.
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